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Formar lectores no es solo enseñar a leer bien. Es acompañar el deseo, habilitar preguntas y abrir conversaciones. Esta semana, una noticia desde la Corte Suprema de EE. UU. vuelve a recordarnos por qué esto importa más que nunca.
¿Qué es leer en serio?
Durante años entendimos la lectura seria como silencio, soledad y dificultad. Pero, ¿qué tal si leer en serio fuera otra cosa? Un acto con sentido, que puede empezar con la voz, la escucha, la emoción compartida. En este blog revisamos la idea con voces como Marion Brunet, Michèle Petit y Daniel Goldin.
En un país donde se publican más libros de los que se leen, necesitamos hablar con urgencia sobre el oficio de escribir para la infancia. ¿Qué pasa cuando se escriben libros sin leer primero? ¿Qué necesita un buen libro infantil? Y sobre todo: ¿quiénes están formando lectores de verdad?
¿Leer rápido es sinónimo de leer bien? En este artículo reflexiono sobre los datos presentados en la reunión de la Coalición Multisectorial por la Lectura y por qué, aunque la fluidez mejora, seguimos sin medir lo más importante: la comprensión. Una conversación necesaria que viene desde antes… y que aún no termina.
No todos los libros que leemos con niños son cómodos. Algunos inquietan, otros dejan silencios incómodos, preguntas sin respuestas. Pero justo ahí —en ese espacio que no se explica— es donde comienza lo importante. Este blog es una invitación a leer sin tener que saberlo todo, a sostener la duda, y a acompañar desde el respeto y la conversación compartida.
¿Qué significa realmente formar lectores?
¿Qué diferencia hay entre animar a leer… y acompañar una lectura?
En un país donde miles de niñas y niños crecen sin comprender lo que leen, hablar de esto es urgente.
Promover, mediar, vender, acompañar: no es todo lo mismo. Y aquí explico por qué.
