Lo que nos dice la mecánica, lo que aún no vemos
¿Cuántas palabras por minuto debe leer un niño de segundo grado?
Esa pregunta aparece más de lo que quisiéramos en reuniones escolares. Y no es que esté mal querer saberlo —de hecho, una buena fluidez es parte del desarrollo lector. Pero cuando esa es la pregunta, y no una de muchas, algo se nos está escapando.
Hace apenas unos días, participé en la reunión anual de la Coalición Multisectorial por la Lectura – Todos a Leer, donde se compartieron los resultados más recientes de la prueba de mecánica de lectura 2023–2024. El informe muestra avances: aumentos en fluidez, sílabas, vocales y consonantes, especialmente entre primero y segundo grado. Una señal clara de que hubo aprendizaje y que las intervenciones funcionaron.
Pero como todo dato, hay que saber leerlo.
Y hay que saber también lo que no se está midiendo.
La mecánica: base, no techo
Esta prueba evalúa la capacidad de decodificar: leer letras, sílabas, palabras y hacerlo con cierta velocidad y precisión. También se añade una subprueba de “recuento”, pero sigue siendo una comprensión mínima, más cercana a la memoria que al pensamiento.
Y sí, leer con fluidez ayuda a comprender. Si un niño tiene que detenerse en cada sílaba, no le queda energía mental para entender lo que está leyendo. Lo que decimos siempre: la mecánica libera el cerebro para que pueda comprender.
Pero ojo: no garantiza que lo esté haciendo.
¿Qué pasa después de leer con fluidez?
Según el mismo informe, a medida que los niños avanzan de grado, las correlaciones entre mecánica y notas de Español bajan:
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En primero, la relación es fuerte (r ≈ 0.50–0.60).
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En tercero, ya es más baja (r ≈ 0.30–0.40).
¿La razón? Porque comprender va mucho más allá de leer rápido. Entra en juego el vocabulario, la experiencia previa, las emociones, la capacidad de interpretar, inferir, conectar ideas. Y eso no se mide con palabras por minuto.
Lo que no se está evaluando (y sí nos preocupa)
Lo más alarmante de este tipo de evaluaciones no es lo que muestran. Es lo que no muestran.
Podemos tener cifras alentadoras sobre fluidez, pero si no estamos mirando la comprensión, el cuadro está incompleto.
Leer no es reconocer letras. Leer es pensar. Es hacer sentido. Es entrar en diálogo con lo que se lee.
Y si eso no se mide, entonces, ¿cómo sabemos realmente si estamos formando lectores?
La misma institución lo ha dicho: estamos midiendo el punto de partida, no la meta (¿y la meta, para cuándo?).
Mi experiencia lo confirma
En mi experiencia como maestra, siempre los estudiantes que más rápido leían eran los que menos comprendían.
Leían a lo papagayo. Como si fuera una competencia. Contaban palabras por minuto, pero no se detenían a pensar en lo que esas palabras decían.
Y si leer se vuelve eso —una carrera contra el cronómetro— perdemos lo más importante: el sentido, la emoción, la reflexión.
¿Qué hacemos entonces?
La mecánica es importante. Claro que sí. Pero no puede ser la única brújula.
👉🏽 Necesitamos prácticas que acompañen:
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Lectura en voz alta con pausa y conversación.
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Preguntas que no tengan una sola respuesta.
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Espacios para escribir lo que piensan después de leer.
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Libros que abran la mente, no solo que entrenen el ojo.
Y sobre todo, adultos que no se queden solo mirando el puntaje de fluidez.
Porque leer no es correr.
Es quedarse, preguntar, dudar, imaginar.
Un paso más allá del dato
Ya en marzo habíamos hablado del estado crítico de la comprensión lectora en Puerto Rico, basándonos en los datos oficiales del Departamento de Educación y reportes de prensa que indicaban que menos de la mitad del estudiantado domina esta habilidad clave. Puedes leer ese primer análisis aquí.
Lo que ocurrió en la reunión de la Coalición Multisectorial por la Lectura fue una presentación más amplia del análisis técnico y longitudinal de la prueba de mecánica de lectura.
No son temas distintos. Son piezas del mismo rompecabezas.
Y lo que sigue preocupando no es solo lo que los datos dicen…sino lo que seguimos sin medir.
📌 Este blog es parte de una serie sobre el estado de la lectura en Puerto Rico.
¿Te sumas a la conversación?
Foto suministrada por: Coalición Multisectorial por la Lectura – Todos a Leer
Comments (1)
Gracias, Mel, siempre bueno leerte. Quisiera añadir dos cosas:
1. Creo que no está demás ampliar lo de base y techo para recalcar su importancia. No hay casa sólo con cimiento, por eso usamos “techo” para representar la casa completa, con solo cimiento nos quedarémos a la intemperié, i.e. no cumple la función de protegernos/cobijarnos. Igualmente, mecánica (cimiento) sin comprensión (estructura completa) no cumple la función de reflexionar y adquirir conocimiento.
1. Dices: “Comprender va mucho más allá de leer rápido. Entra en juego el vocabulario, la experiencia previa, las emociones, la capacidad de interpretar, inferir, conectar ideas”. Otro elemento en juego es la sintaxis, también añade significado. La posición de las palabras y las relaciones entre ellas añade información necesaria para la compresión. E.g. El niño tiró la bola. La posición de la palabra “niño” significa que es el actor (sujeto). E.g. *La bola tiró al niño. No tiene sentido. E.g. La bola fue tirada por el niño. El niño, aunque ahora parece al final de la oración, sigue siendo el actor. Creo que se le da muy poco importancia a la gramática en la enseñanza de la lectura. Mientras más uno entiende la relación entre las partes, más se comprende el todo. Gracias por retar a los adultos a pensar sobre la lectura y cómo articular la enseñanza a favor de los niños.